Tienes una noticia que vale la pena comunicar.
Cuando encontramos un producto que nos encanta, hablamos al respecto. Cuando descubrimos una receta favorita, la compartimos. Felicitaciones por encontrar el mayor tesoro del universo… ¡Jesús! Si todavía no empezaste a predicar el evangelio, es hora.
Aun si estás en las fases iniciales de experimentar el amor transformador de Cristo, tienes una noticia que vale la pena comunicar. Estabas muerto, ¡y ahora vives! Tu salvación es un milagro. Nuestro mundo necesita la esperanza y la sanidad que solo Jesús ofrece. El único requisito es esperanza en Jesús. La evangelización puede ser algo tan sencillo como contar tu propia historia sobre cómo encontraste esa esperanza.
Esa misma Buena Noticia que llegó a ustedes ahora corre por todo el mundo. Da fruto en todas partes mediante el cambio de vida que produce, así como les cambió la vida a ustedes desde el día que oyeron y entendieron por primera vez la verdad de la maravillosa gracia de Dios. Colosenses 1:6
¡El reino de Dios siempre está expandiéndose!
A medida que compartes la verdad de Dios con otros, participas de extender Su reino aquí en la tierra. Estás actuando como las manos y los pies de Jesús para mostrar Su maravilloso amor y Su gracia al mundo. ¡Eso es hermoso!
Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a los gentiles. Romanos 1:16
Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Romanos 10:13
¡El regalo es para todos los que lo reciban! Cuando compartes tu noticia gozosa con amigos y seres queridos, ellos encontrarán el evangelio, que está vivo y obrando en tu vida. Hablarle a otros sobre la buena noticia que se encuentra en Jesús.
Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos». Marcos 16:15
Jesús ofrece vida a todos.
Hasta la última persona en el planeta Tierra fue creada a imagen de Dios, para conocer Su amor. Jesús ofrece vida a todos, para que experimenten la gracia, el gozo y la paz que vienen de una relación restaurada con Él. Su perdón y Su limpieza se les ofrece a todos los que creen en Él.
En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan. 2 Pedro 3:9
Así es, Cristo tiene paciencia para regresar a la tierra por nuestro bien, para que tengamos más tiempo para compartir la buena noticia. ¡Podemos empezar hoy mismo! Para predicar el evangelio, no hace falta ningún discurso complicado; tan solo una proclamación sencilla y gozosa de lo que Dios ya hizo en tu vida. Así es como el evangelio alcanzará al mundo: ¡a medida que el Espíritu de Dios obre a través de una persona (como tú) a la vez!
Tú has sido lleno de esa luz.
A medida que vivas una vida nueva para los propósitos de Dios, otros empezarán a ver que hay algo distinto en ti. Y lo que realmente notarán es tu amor por los demás.
Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros. El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos. Juan 13:34-35
Tal vez te pregunten por qué eres tan amable, y de dónde proviene este amor inusual. Diles la verdad: que puedes amar a los demás porque Cristo te amó primero.
Nos amamos unos a otros, porque él nos amó primero. 1 Juan 4:19
El amor de Dios es una luz brillante que resplandece en medio de un mundo oscuro, y tú has sido lleno de esa luz. Esta luz atrae a las personas heridas y rotas a Jesús. ¡Permite que brille a través de ti!
El Espíritu Santo nos ayuda.
La Palabra de Dios nos enseña que, cuando comunicamos la buena noticia, el Espíritu Santo nos ayuda; incluso habla a través de nosotros.
… Dios les dará las palabras apropiadas en el momento preciso. Pues no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes. Mateo 10:19-20
Aunque podamos tartamudear y sentirnos incómodos sobre lo que vamos a decir, ¡el Espíritu Santo tiene todo bajo control! Él nos dará las palabras correctas y nos guiará a proclamarlas en el momento justo. Lo único que tenemos que hacer es seguir Su guía.
Tu historia podría ayudar a alguien.
Nunca tienes por qué tener miedo de predicar el evangelio. Ha hecho cosas maravillosas en tu vida, que no hay que mantener en secreto. ¡Que todos se enteren de la buena noticia que cambió radicalmente tu vida!
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina. Así que nunca te avergüences de contarles a otros acerca de nuestro Señor… 2 Timoteo 1:7-8
Tú fuiste salvo, pero hay muchos que todavía no conocen a Dios. Tu historia podría ayudar a alguien a acercarse a Dios. ¡Comparte la buena noticia! Pídele a Dios que quite tu temor y reemplace los obstáculos con puertas abiertas.
Salió corriendo a contarles a todos!
Hay una historia de la Biblia que muestra la sencillez de la evangelización. Se trata de una mujer que se encontró de forma inesperada con el Salvador del mundo mientras buscaba agua de un pozo. Cuando se dio cuenta de que era el Mesías, ¡dejó lo que estaba haciendo y salió corriendo a contarles a todos!
Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en Jesús, porque la mujer había dicho: «¡Él me dijo todo lo que hice en mi vida!». Cuando salieron a verlo, le rogaron que se quedara en la aldea. Así que Jesús se quedó dos días, tiempo suficiente para que muchos más escucharan su mensaje y creyeran.
Luego le dijeron a la mujer: «Ahora creemos, no solo por lo que tú nos dijiste, sino porque lo hemos oído en persona. Ahora sabemos que él es realmente el Salvador del mundo». Juan 4:39-42
Eres un testimonio vivo del poder de Dios. Comparte lo que tienes… ¡es lo más poderoso del mundo!
¿Cómo no proclamarlo?
Sencillamente, habla desde el corazón y comunica lo que sucedió en tu propia vida. Confía en que el Espíritu Santo hable por ti. ¡No dejes que los nervios te detengan!
Proclamar el evangelio no significa ir por ahí con un sermón en el bolsillo. Es simplemente contar la buena noticia: «Dios te ama y tiene un plan para tu vida. Si eres sincero, te arrepientes y crees, serás perdonado y te transformarás en un hijo de Dios. Él nunca te dejará. Te ofrece vida eterna». ¡Qué buen ofrecimiento! ¿Cómo no proclamarlo? Nuestra tarea no es persuadir con elocuencia, sino presentar con alegría.