¿Estoy realmente perdonado?
¿Adivina qué? Dios no espera que nunca más vuelvas a pecar. Entiende que lo harás. Omnisciente, pero también abundante en misericordia, Dios entiende la cualidad rota de nuestra humanidad. Sin embargo, no nos deja solos en nuestra miseria. Nos prodiga misericordia y nos llena de poder para vivir en santidad.
Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte. Romanos 8:1-2
Nadie es perfecto… ¡ni siquiera uno! Dios no te salvó porque fueras bueno. Te eligió para renacer en Su familia mientras todavía eras un pecador porque te amó antes de que lo amaras a Él.
Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Sin embargo, en su gracia, Dios gratuitamente nos hace justos a sus ojos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados. Romanos 3:23-24
Incluso el apóstol Pablo, el hombre que escribió gran parte del Nuevo Testamento, luchaba con el pecado. Esto fue lo que dijo:
Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. Romanos 7:15
Jesús lo sabe mejor que nadie: solo podemos experimentar la victoria del pecado con Su ayuda.
Fuiste limpiado por la sangre de Jesús.
Cuando Jesús tomó nuestro lugar en la cruz, pagó el precio (la muerte) por todos los pecados de nuestro pasado, presente y futuro. Fuimos completamente lavados a ojos de Dios. Nuestra justicia no viene de nuestra obediencia y perfección, sino de la perfección de Jesús.
Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo. 2 Corintios 5:21
Jesús no solo quitó toda la culpa de nuestro pecado, sino que hizo un intercambio divino. Cuando le entregaste tu vieja vida, gobernada por el pecado y la muerte, Él la tomó y te dio Su vida perfecta a cambio. La perfección, la santidad, la justicia y la pureza de Jesús ahora te cubren. Cuando Dios te mira, te ve intachable. Este es el misterio increíble del evangelio.
¿Qué es el pecado y por qué es malo?
Dicho de manera sencilla, el pecado es «errar al blanco» o no llegar al diseño perfecto de Dios para Su creación. Seamos sinceros: gran parte de lo que hacemos erra al blanco. Si no lidiamos con el pecado, este conduce a más pecado. La vergüenza hace que nos alejemos del Padre que nos ama. Nuestro pecado puede herir a las personas que amamos, hacernos sentir distantes de Dios y llevarnos a tomar malas decisiones y a sufrir. Algunos pecados son difíciles de ignorar, como el adulterio, el robo y la violencia. Pero otros son más sutiles, como actitudes del corazón, pensamientos llenos de odio, lujuria, orgullo y egoísmo. El pecado es un amo cruel que nos roba el poder y nos deja débiles y desesperados. Dios es un Padre misericordioso, tierno y amoroso que nos llena de poder y nos da la fuerza para elegir bien.
Los que han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios está en ellos. Así que no pueden seguir pecando, porque son hijos de Dios. 1 Juan 3:9
Este versículo no dice que nunca más volveremos a pecar… ¡sí lo haremos! Significa que, como Dios se interesa tanto por nosotros, no permitirá que sigamos destruyéndonos a nosotros mismos y a los que nos rodean. Los patrones habituales y flagrantes de pecado tienen que llegar a su fin. Él nos ayudará a eliminarlos. No permitirá que sigamos en nuestros viejos caminos que nos envenenaban la vida. ¡Esto es algo muy bueno! Es la manera en que Dios nos cuida.
Oh, qué alegría para aquellos
a quienes se les perdona la desobediencia,
a quienes se les cubren los pecados.
Sí, qué alegría para aquellos
a quienes el Señor les borró el pecado de su cuenta
Romanos 4:7-8
¡Eso es para ti! Aceptaste Su perdón y tu registro está limpio. Debido a lo que Jesús hizo, fuiste perdonado de una vez y para siempre. ¡Qué razón para regocijarse!
Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Efesios 2:8-10
Cuando peques, acércate a Dios en arrepentimiento. Recuerda que, solo porque peques, no significa que ya no seas cristiano ni un hijo de Dios. ¡Para nada, amigo! Él te ve a través de la sangre de Jesús. Dios te ha dado el regalo de una vida nueva, y no cambiará de opinión ni te quitará ese regalo.
Ver a Dios de otra manera. Él se deleita en mostrarte misericordia.
Cuando pusiste tu confianza en Jesús, la justicia de Cristo se volvió tuya. Todos los registros de tu pecado fueron borrados. La gracia de Dios nos cubre y podemos extendérsela a los que nos rodean.
Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? —No siete veces—respondió Jesús—, sino setenta veces siete. Mateo 18:21-22
Dios nos perdona una y otra vez, y quiere que hagamos lo mismo con los demás. Al igual que todas las obras de gracia, perdonar a otros no es algo que podamos hacer mediante nuestras propias fuerzas. Necesitamos la presencia y el poder de Dios para ayudarnos. Él hace que lo imposible sea posible.
Empieza este hábito para la libertad.
Al finalizar cada día, puedes pedirle a Dios que te muestre en dónde has pecado. Puedes pedirle perdón, para comenzar de cero por la mañana. Decide volverte a Cristo en esta área. Recuerda que el cambio lleva tiempo, y necesitarás la ayuda de Dios cada día. ¡Su gracia es infinita! Si te equivocas, no te quedes sin hacer nada, sintiéndote mal al respecto. Arrepiéntete de inmediato y mantén los ojos en Jesús.
¿Estás dispuesto a empezar el hábito del arrepentimiento hoy mismo? ¡Inténtalo y observa qué hace Dios!